La voz del profesor Luis Soriano suena clara y
amistosa del otro lado del teléfono. Pregunta si la entrevista es para
un diario de Buenos Aires y cuando se le aclara que La Capital es de
Rosario exclama "¡Ahhh, Rosario! ¿Bonita ciudad, no?". Quien habla es el
fundador del proyecto Biblioburro, una experiencia que comenzó en los
valles del Caribe colombiano y que se expandió a varias partes del mundo
tratando de llevar la lectura a lomo de burro a aquellos
establecimientos educativos alejados del asfalto.
Soriano nació un 6 de junio de hace 42 años en
Valledupar, capital del departamento del Cesar, en las estribaciones de
la Sierra Nevada de Santa Marta. Casi toda su vida vivió en el
corregimiento de La Gloria, está casado con Diana Arias y tiene 3 hijos,
de 15, 12 y 7 años. Su pasión fue siempre leer y estudió castellano y
literatura a distancia en la Universidad del Magdalena. Además realizó
seminarios sobre educación y su impacto en la sociedad.
Para Soriano, la creación del Biblioburro fue una
cuestión de urgencia y solidaridad. De darse cuenta. "Biblioburro nació
en 1997 de la necesidad que había en La Gloria Magdalena y en varias
veredas (divisiones territoriales rurales de un municipio) en las cuales
no había suficientes escuelas ni tampoco docentes. Los niños se estaban
quedando literalmente analfabetos y eso me tenía un poco preocupado. Yo
tenía varios libros y quería compartirlos con ellos, así que una mañana
tomé dos burros que tenía en casa sin hacer nada, les puse anaqueles y
me lancé a la gran aventura que yo mismo bauticé Biblioburro. Alfa es la
burrita y Beto mi burro. Hoy en día cuento con más de 8.000 libros".
Casi sin pausa explica que su lema siempre ha sido
"si no hay escuelas ni docentes tenemos que llevarlas entonces, así sea
en lomo de burro, lo importante es culturizar a las personas y que
puedan aprender a través de los libros". Novelas, cuentos, libros de
historia, enciclopedias, textos médicos y diccionarios forman parte de
esta biblioteca ambulante que llega a más de 30 localidades en el año y
con el que se ven beneficiados cerca de 3.000 chicos de la región
montañosa del norte colombiano .
Explica que los comienzos fueron duros porque muchos
lo trataban de loco. El proyecto incluso preocupó a su familia. "Es que
recorría zonas peligrosas en ese tiempo debido a la presencia de
paramilitares. Las zonas en las que trabajaba eran recónditas, alejadas
de la tecnología y que ni siquiera aparecen en el mapa de Colombia.
Todavía las visito y se han conseguido cosas buenas", detalla.
Acerca de su metodología de trabajo con los niños en
edad escolar, Soriano cuenta que "manejo una listado de veredas y sitios
que visito. Obviamente no me alcanza un día, así que agendo las visitas
con fechas y luego empiezo el recorrido. A cada vereda que voy debo
estar preparado y en sintonía con los temas que están dando, es decir
saber qué material de trabajo llevo, que puede ser desde un libro de
cuentos hasta una enciclopedia".
Con un buen café. "Selecciono los
libros y los monto a los burros, me tomo un buen café con mi desayuno y
empiezo la travesía, que puede durar 8 horas entre ida y vuelta. Los
niños se ponen felices cuando me ven con los burros, se alegran mucho.
Me siento con ellos y yo les leo, o leemos juntos. Es algo maravilloso".
El proyecto de Soriano trascendió las fronteras y fue
invitado a dar charlas y comentar su experiencia en numerosos países.
"No esperaba que esta experiencia tuviera tanta repercusión
internacional. He estado en Ecuador, Chile, Timor del Este y dentro de
poco iré a España. Me invitan para compartir la experiencia del
Biblioburro y el impacto que ha tenido. La idea es que en lo posible se
pueda seguir replicando y que sea de gran ayuda en la parte académica.
Sé que en Chile y Bolivia hay Bibliollamas, en Italia hay un Biblioburro
llamado Serafino, también en Brasil, en Timor del Este, en la India y
en varios países más. Esto es muy alentador", detalla y se entusiasma.
Soriano asegura que, sobre todo en las ciudades, los
niños han dejado de leer y que han volcado su interés a la tecnología,
de allí que considere prioritario "culturizar" a la gente acerca de la
importancia de los libros y el bien que estos hacen al conocimiento.
"Ahora, junto con la Fundación Biblioburro, que
aborda la problemática del analfabetismo, estimulando la lectura y la
educación en los sectores rurales y comunidades del Caribe colombiano
con riesgo de vulnerabilidad, estamos trabajando en un proyecto llamado
Biblioburro Digital. La idea es fortalecer el programa con la ayuda de
la computadora, programas educativos, proyectores, la memoria USB, cine
al campo, pero mis alumnos entienden que usan una herramienta, no que
cambiarán los libros por tecnología. Esto es algo que hacemos con
esfuerzos muy grandes".
fuente: http://www.lacapital.com.ar/informacion-gral/La-historia-del-educador-que-lleva-una-biblioteca-ambulante-a-lomo-de-burro-20121111-0010.html