Se trata de que, por un tiempo, en la escuela, en el aula, el infantil sujeto se olvide de todo aquello que se visibiliza en la dimensión plana de la escritura: se olvide de los puntos, de las comas, de la ortografía, de los sustantivos, adjetivos y pronombres. Que traspase ese plano para zambullirse en una dimensión más profunda, para que pueda vivenciar la experiencia que supone el traspaso de una frontera. Que pueda sentirse parte de ese territorio explorado en la medida en que “algo” le viene a tocar su cuerpo, haciéndolo vibrar, sacándolo de un sueño en el que se encuentra posiblemente perdido: “su propia vida”.

Ana Bloj

11 nov 2012

La historia del educador que lleva una biblioteca ambulante a lomo de burro

 
La voz del profesor Luis Soriano suena clara y amistosa del otro lado del teléfono. Pregunta si la entrevista es para un diario de Buenos Aires y cuando se le aclara que La Capital es de Rosario exclama "¡Ahhh, Rosario! ¿Bonita ciudad, no?". Quien habla es el fundador del proyecto Biblioburro, una experiencia que comenzó en los valles del Caribe colombiano y que se expandió a varias partes del mundo tratando de llevar la lectura a lomo de burro a aquellos establecimientos educativos alejados del asfalto.
Soriano nació un 6 de junio de hace 42 años en Valledupar, capital del departamento del Cesar, en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. Casi toda su vida vivió en el corregimiento de La Gloria, está casado con Diana Arias y tiene 3 hijos, de 15, 12 y 7 años. Su pasión fue siempre leer y estudió castellano y literatura a distancia en la Universidad del Magdalena. Además realizó seminarios sobre educación y su impacto en la sociedad.
Para Soriano, la creación del Biblioburro fue una cuestión de urgencia y solidaridad. De darse cuenta. "Biblioburro nació en 1997 de la necesidad que había en La Gloria Magdalena y en varias veredas (divisiones territoriales rurales de un municipio) en las cuales no había suficientes escuelas ni tampoco docentes. Los niños se estaban quedando literalmente analfabetos y eso me tenía un poco preocupado. Yo tenía varios libros y quería compartirlos con ellos, así que una mañana tomé dos burros que tenía en casa sin hacer nada, les puse anaqueles y me lancé a la gran aventura que yo mismo bauticé Biblioburro. Alfa es la burrita y Beto mi burro. Hoy en día cuento con más de 8.000 libros".
Casi sin pausa explica que su lema siempre ha sido "si no hay escuelas ni docentes tenemos que llevarlas entonces, así sea en lomo de burro, lo importante es culturizar a las personas y que puedan aprender a través de los libros". Novelas, cuentos, libros de historia, enciclopedias, textos médicos y diccionarios forman parte de esta biblioteca ambulante que llega a más de 30 localidades en el año y con el que se ven beneficiados cerca de 3.000 chicos de la región montañosa del norte colombiano .
Explica que los comienzos fueron duros porque muchos lo trataban de loco. El proyecto incluso preocupó a su familia. "Es que recorría zonas peligrosas en ese tiempo debido a la presencia de paramilitares. Las zonas en las que trabajaba eran recónditas, alejadas de la tecnología y que ni siquiera aparecen en el mapa de Colombia. Todavía las visito y se han conseguido cosas buenas", detalla.
Acerca de su metodología de trabajo con los niños en edad escolar, Soriano cuenta que "manejo una listado de veredas y sitios que visito. Obviamente no me alcanza un día, así que agendo las visitas con fechas y luego empiezo el recorrido. A cada vereda que voy debo estar preparado y en sintonía con los temas que están dando, es decir saber qué material de trabajo llevo, que puede ser desde un libro de cuentos hasta una enciclopedia".
Con un buen café. "Selecciono los libros y los monto a los burros, me tomo un buen café con mi desayuno y empiezo la travesía, que puede durar 8 horas entre ida y vuelta. Los niños se ponen felices cuando me ven con los burros, se alegran mucho. Me siento con ellos y yo les leo, o leemos juntos. Es algo maravilloso".
El proyecto de Soriano trascendió las fronteras y fue invitado a dar charlas y comentar su experiencia en numerosos países. "No esperaba que esta experiencia tuviera tanta repercusión internacional. He estado en Ecuador, Chile, Timor del Este y dentro de poco iré a España. Me invitan para compartir la experiencia del Biblioburro y el impacto que ha tenido. La idea es que en lo posible se pueda seguir replicando y que sea de gran ayuda en la parte académica. Sé que en Chile y Bolivia hay Bibliollamas, en Italia hay un Biblioburro llamado Serafino, también en Brasil, en Timor del Este, en la India y en varios países más. Esto es muy alentador", detalla y se entusiasma.
Soriano asegura que, sobre todo en las ciudades, los niños han dejado de leer y que han volcado su interés a la tecnología, de allí que considere prioritario "culturizar" a la gente acerca de la importancia de los libros y el bien que estos hacen al conocimiento.
"Ahora, junto con la Fundación Biblioburro, que aborda la problemática del analfabetismo, estimulando la lectura y la educación en los sectores rurales y comunidades del Caribe colombiano con riesgo de vulnerabilidad, estamos trabajando en un proyecto llamado Biblioburro Digital. La idea es fortalecer el programa con la ayuda de la computadora, programas educativos, proyectores, la memoria USB, cine al campo, pero mis alumnos entienden que usan una herramienta, no que cambiarán los libros por tecnología. Esto es algo que hacemos con esfuerzos muy grandes".

fuente: http://www.lacapital.com.ar/informacion-gral/La-historia-del-educador-que-lleva-una-biblioteca-ambulante-a-lomo-de-burro-20121111-0010.html